Un Aguacero Refrescante para el Derecho

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Manuel Izquierdo Encarnación LL.M.— Catedrático Asociado de la Escuela de Derecho de la PUCPR de los cursos de Derecho Reales y Derecho Administrativo

 

“Caerá en la tierra una lluvia sin fin. Un gran diluvio que apague el dolor, de tanta muerte y desolación, y fertilice nuestra rebelión.” – Taki ongoy II—Victor Heredia

Hace unos días me reencontré con estos versos de Víctor Heredia interpretados por Mercedes Sosa.

El poema original retrata la lucha de las culturas indígenas de América contra los colonizadores españoles, portugueses e ingleses. A finales del siglo pasado, el cántico también se convirtió en un himno de lucha del pueblo latinoamericano que combatía la intervención de las fuerzas armadas nacionales en los procesos democráticos de cada país.

Al reencontrarme con la canción conecté la escena de nuestro pueblo puertorriqueño caminando por el Expreso Las Américas pidiendo la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló. Me refiero específicamente a la fotografía que captura la escena de tres jóvenes con sus brazos abiertos al cielo, una bandera y un aguacero. Fue en el verano del año 2019.

Ese día, los versos de Víctor Heredia, textos proféticos de América Latina, se cumplieron. Y es que toda lucha gloriosa contra poderes ilegítimos tiene rasgos similares.

Un aguacero del verano del 2019 fue el gran diluvio que vino a mitigar el dolor de todo lo vivido luego del paso del Huracán María. El dolor por nuestros muertos. El dolor de los que emigraron. El dolor ante la indiferencia y la ineptitud gubernamental. El dolor por el derroche de los dineros del pueblo. El dolor de los días interminables sin agua potable. El dolor de noches oscuras con olor a monóxido de carbono.

Y la lluvia que cayó ese día también fue bautizo, marcando el nacimiento de algo nuevo. Algo distinto. Fue ese proceso sagrado e infalible en que se mezclan tierra y semilla al ser empapadas por el agua. Nuevamente ocurrió el milagro de la vida.

Aún no salgo del asombro por lo ocurrido. El marco social y político del pueblo de Puerto Rico quedó reconfigurado. Comenzó una rebelión. No con armas de fuego. Una rebelión en que el pueblo se levantó nuevamente a reclamar su soberanía inocente e insobornable. Y frente a ese reclamo, la agresividad nerviosa de la clase política que dirige el país utilizando arbitrariamente los brazos de las agencias de seguridad del Estado para atacar al pueblo. Esa clase política apostó que el caos provocaría un reclamo de mayor represión, pero esa apuesta se perdió y la rebelión cruzó galopando el país.

Algunos prefieren pensar que no pasó lo que pasó. Pienso que nuestra Constitución también quedó trasnochada por la rebelión del Verano del 2019. Abogados y abogadas (también los legos) revisitaron la Constitución. Nacieron preguntas, debates interesantísimos y nueva vida.

Hago aquí un breve resumen de lo que entiendo son los principales planteamientos que se hicieron en el proceso. En primer lugar, si un gobernante pierde el favor del país, ¿deben quedar los ciudadanos atados al plazo de cuatro años dispuesto en la Constitución para ejercer el cargo de gobernador? El verano del 2019 respondió con un “no” a la pregunta. En segundo lugar, ¡cuántas trabas tiene el proceso para iniciar un proceso de residencia contra un gobernante! Los hechos revelaron que la Asamblea Legislativa (controlada por el Partido Nuevo Progresista) cayó en un estado de negación que impedía atender el asunto con la prontitud que requería la historia. En tercer lugar, los partidos políticos ¿deben tener un rol exclusivo en ese proceso? ¿A quién sirven los legisladores? ¿Al pueblo o a sus ideales políticos? En cuarto lugar, otras preguntas surgieron relacionadas al caso que se ventiló ante el Tribunal Supremo de Puerto Rico. Si el gobernador renuncia, ¿quién debe ser su sucesor? El ordenamiento constitucional puertorriqueño dispone que ese sucesor es el Secretario de Estado. Ahora bien, ¿debe ser el sucesor del gobernador un funcionario designado por el mismo gobernante que renuncia por razón de haber perdido el favor del pueblo? El Verano del 2019 reveló que el país quedó insatisfecho con la respuesta del ordenamiento constitucional al problema vivido.

Lo vivido, pues, no debe olvidarse. Lo vivido requiere acción. El Derecho, aunque esté escrito en la Constitución, no es inalterable. Debe ser revisitado de tiempo en tiempo, al igual que cada persona debe ser ajustes en su vida personal, familiar y en el marco del empleo. Repito. Lo vivido requiere acción. Quizás podemos comenzar con redactar un proyecto modelo para una nueva Constitución. Porque después de todo, no podemos tener miedo a dejarse a empapar por la lluvia de tiempos nuevos que hacen más fuerte el cimiento de la libertad.